Se encontraba una joven muchacha vestida de azul,
cuya negra máscara hacían más intenso el color grisaceo de sus ojos.
Pero precisamente esos ojos chocaban con el alegre ambiente de la fiesta.
Los caballeros se acercaban a ella, quizás por su esbelta figura
o atraidos tal vez por el más intenso rojo de sus labios...
pero ninguno consiguió la más mínima sonrisa,
ni sacar la melancolía de un día de lluvia que escondía en su mirada.
Al fondo de la sala apareció un ser que la miraba fijamente.
Ella se sintió estremecer, y al instante un dulce olor la sedujo apoderándose de todo el salón de baile.
Él se acercó a ella...tan seguro de sí mismo...
Ella dió un trago a su copa...
Y pensó:
-"No debería"
Al instante él, le contestó como si la hubiera escuchado:
-"Por eso mismo sabes que lo vas a hacer"
Le tendió la mano y salieron a la estrellada noche...
"Es justo lo que deseas, precisamente porque está prohibido"
No hay comentarios:
Publicar un comentario