Olía como un hombre debe oler...una mezcla de dulce y ardiente,
de las que hacen la boca agua y las vuelve hambrientas de él.
Sus manos fuertes se volvían deliciosamente suaves al contacto de su piel.
Sus besos la encendían hasta el máximo explendor.
Ardía a cada gemido de placer que sus manos o su lengua le hacía extremecer.
Un roce de su lengua, una caricia de sus manos o la primera embestida bastanban para transportarla a esas imagenes a camara lenta en blanco y negro con a veces ligeros toques de azul infinito como el cielo o el mar, o del rojo más apasionado como el carmin de unos labios sobre la piel pálida de una venteañera pelirroja...
Encendía sus mejillas a chillidos entre miradas de tipo duro o gato travieso que sólo juega con su presa antes desaborearla.
La fuerza de sus músculos al agarrarla del cabello; empujarla contra alguna pared, la cama o alguna puerta justo después de encerrarla; sostener sus manos con una sola para hacerle sentir el frio del hielo o el ardor de su mano entre sus piernas; todo eso quedaba en nada cuando ella escuchaba sus suspiros de placer, notaba su sangre recorrer por el miembro en alza mientras jugueteaba con su bola del labio o de la lengua...
"Se quedó con sus "más" en la cama, con sus "por favor para" y con cada chillido que ahogó con la palma de su mano"
"Tu nunca me has hecho estos ruidos en la cama"